- Detalles
- Visitas: 19
La Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Autónoma de Querétaro otorgó el Premio Xahni 2025 a la Mtra. Elba Orozco Estrada, en reconocimiento a su destacada labor como docente universitaria. Este artículo ofrece una mirada a su trayectoria académica, sus motivaciones y la experiencia que ha forjado dentro y fuera del aula. A través de sus palabras, se revela no solo una profesional comprometida con la enseñanza, sino también una formadora de personas, guiada por la vocación, la empatía y el deseo constante de compartir el conocimiento.
Desde niña, la Mtra. Elba jugaba a ser maestra. Sentaba a sus muñecos y les explicaba como si fueran alumnos reales. Aquellos juegos fueron el primer reflejo de una vocación que la acompañaría toda la vida. Estudió la Licenciatura en Nutrición, pero incluso durante sus años como estudiante ya se perfilaba como docente: le gustaba compartir lo que entendía con sus compañeros, tomaba el pizarrón en la biblioteca y organizaba pequeñas sesiones de estudio. “Yo creo que nunca dejé de tener ese granito de ser profesora”, recuerda con una sonrisa.
Sin embargo, la docencia no solo le ha permitido compartir conocimientos, sino también crecer constantemente. Para la maestra Elba, sus estudiantes son su mayor inspiración: “Cada vez que entra un grupo, son completamente diferentes y te retan, porque son generaciones distintas, vivieron cosas distintas”. Es ese dinamismo lo que la impulsa a renovarse, a conectar con nuevas realidades y a mantener viva su pasión por enseñar.
Uno de los retos más grandes que enfrenta actualmente, como muchos otros docentes, es el de despertar el interés genuino por aprender. Observa con preocupación cómo, en un mundo saturado de información, cada vez es más difícil sorprender a los alumnos o emocionarles con el conocimiento. “Hay una especie de apatía o saturación, pero ahí está nuestro reto: conectar, emocionar y hacer del aprendizaje algo vivo”, afirma con convicción.
Para ella, la educación debe provocar asombro y transformación. Lo que más disfruta de su trabajo es ese momento en el que una idea hace clic, cuando una mirada cambia, cuando una estudiante le dice que por fin entendió algo que llevaba años repitiendo sin comprender. Ese instante en que el conocimiento cobra sentido en la vida cotidiana del alumnado es, para ella, el verdadero triunfo de la enseñanza.
Recibir el Premio Xahni 2025 fue una experiencia sorpresiva y conmovedora. “Empecé a reflexionar: ya llevo varios años, y he conocido a muchos estudiantes que han confiado en mí. Pensé en todas esas personas que me han acompañado, dentro y fuera del aula”, comparte. Más allá de una medalla o una ceremonia, este reconocimiento le permitió valorar la huella que ha dejado en los demás, aunque a veces no se dé cuenta.
Pero además de sus conocimientos en nutrición, la Mtra. Elba procura sembrar valores esenciales: respeto, empatía, compromiso y responsabilidad. Tiene claro que el conocimiento solo cobra sentido cuando se aplica para construir algo mejor, para generar bienestar común. “El saber se comparte con gusto. Es como un acto de amor y de fe: amor al conocimiento, pero también fe en que cada estudiante puede florecer, aunque aún no lo vea”.
Su mensaje a las nuevas generaciones de estudiantes y docentes es: que nunca dejen de maravillarse. Que mantengan viva la capacidad de emocionarse con lo que aprenden y enseñan. Y, sobre todo, que recuerden que la docencia importa, que su impacto va mucho más allá de los exámenes o los apuntes. “Lo que dejamos en el aula no solo es saber de nuestra materia. También dejamos una parte de nosotros”.
- Detalles
- Visitas: 20
Para el Dr. Miguel Francisco Javier Lloret Rivas, ser docente no ha sido una coincidencia, sino una vocación arraigada en su historia personal y familiar. Médico cirujano partero por el Instituto Politécnico Nacional, especialista en cirugía plástica, estética y reconstructiva por el Centro Médico Nacional “20 de Noviembre”, y con posgrados en Ciencias de la Salud y Ciencias Médicas por la Universidad Autónoma de Querétaro, el Dr. Lloret ha recorrido un largo camino académico que se entrelaza, desde siempre, con la enseñanza.
“En mi familia todos son docentes. No por acuerdo, sino por circunstancias de vida”, comparte. Sus hermanas, ambas jubiladas, dedicaron su carrera a la pedagogía y las matemáticas; su hermano, especialista, lleva más de 45 años en la docencia. Ese entorno influyó, sin duda, en su decisión de enseñar, pero fue también una convicción personal la que lo llevó a ver en la academia un espacio de crecimiento mutuo. “El medio académico te transforma. Es un ganar-ganar: tú das, pero también aprendes, te nutres, te mantienes vivo”, asegura.
A lo largo de su trayectoria, el Dr. Lloret ha combinado la práctica clínica con la docencia, encontrando un equilibrio necesario para formar profesionales integrales. Uno de los aspectos que más disfruta es la convivencia con las y los estudiantes: “Me emociona detectar sus afinidades, sus potencialidades, y también sus diferencias. Me interesa saber qué los mueve, por qué decidieron estudiar medicina y qué esperan aportar”.
De hecho, ha comenzado a abrir sus cursos con cinco preguntas esenciales que no están en el programa, pero que considera clave: ¿qué te motivó a estudiar medicina?, ¿qué te ha dado esta carrera?, ¿qué le has dado tú a la Facultad?, ¿has buscado ya campos clínicos? y ¿quieres especializarte? Estas preguntas, explica, ayudan a que el alumnado conecte con su propósito y no pierda de vista el sentido humano de su formación.
Entre las asignaturas que ha impartido destaca Medicina Preventiva, así como Epistemología en posgrado, lo que le ha permitido tener una mirada amplia sobre la educación médica. “Hoy insisto en algo que pocos dicen: uno no transmite conocimientos. Uno comparte información. El conocimiento lo construye cada persona a partir de su experiencia, sus valores y su contexto. Eso hay que tenerlo muy claro como docentes”.
Considera que el principal reto que tiene la docencia es mantener la atención del estudiantado, lograr que su tiempo en el aula valga la pena, incorporar tecnologías sin perder la cercanía humana, y sobre todo, comprender que ser experto en un campo no es lo mismo que ser experto en pedagogía. “En el aula se generan momentos altos y bajos, emociones, distracciones. Hay que aprender a leer esos momentos y acompañarlos con inteligencia y sensibilidad”, afirma.
Al recibir el Premio Xahni 2025 por su labor docente en la Facultad de Medicina de la UAQ, el Dr. Lloret sintió una profunda gratitud, pero también una gran responsabilidad: “Pregunté cuáles eran los criterios de evaluación, y me conmovió saber que venía del consenso entre institución, facultad y alumnado. No es una cuestión de popularidad ni de notas, sino del vínculo que uno logra establecer”.
Finalmente, el Dr. Lloret deja un mensaje claro a sus colegas y a las nuevas generaciones de médicos: “Debemos enfocarnos en lo esencial. La medicina no tiene horarios; tratamos con la vida y la muerte. Y por eso es tan importante la prevención, el cuidado de la salud, el compromiso ético con nuestros pacientes. La Escuela de Medicina de la UAQ es una de las mejores del país, y es nuestra responsabilidad mantener ese estándar, no solo con ciencia, sino con conciencia y humanidad”.
- Detalles
- Visitas: 22
Por décadas, la Mtra. Inés Guadalupe Germán Aguilar ha transformado el aula en un espacio de asombro y descubrimiento. Arquitecta de formación por la UNAM y maestra por la UAQ, su vocación como docente germinó desde los años universitarios, cuando uno de sus profesores la invitó a ser adjunta en su cátedra. Desde entonces, no ha dejado de enseñar, ni de aprender.
“Desde niña quería ser maestra”, comparte con una sonrisa. “Y aunque también me apasionaba el diseño, descubrí que la arquitectura podía abrazar ambas pasiones”. Hoy, tras más de 30 años de experiencia, es un referente en la Facultad de Ingeniería, especialmente en el área de geometría descriptiva, una materia que, como reconoce, suele parecer inalcanzable al principio. Pero justo ahí encuentra su misión: “me emociona ver cómo lo que parecía incomprensible se vuelve posible para ellos”.
El aula es para la Mtra. Inés un espacio de transformación. Acompañar a sus estudiantes —sobre todo en los primeros semestres— es una experiencia que le renueva el sentido de su labor. Le conmueve ver sus rostros, llenos de ilusión y dudas, y ser parte de ese proceso en el que lo técnico y lo abstracto cobran sentido y se convierten en herramientas creativas. “Me llena de orgullo cuando me saludan en los pasillos o en la calle y me dicen que todavía recuerdan nuestras clases”.
Ser docente, sin embargo, no ha estado exento de retos. La irrupción tecnológica, la pandemia, los cambios generacionales, la conciliación entre vida personal, profesional y académica, han sido desafíos constantes. “Comencé con lápiz y papel, luego llegó la computadora, y después las plataformas virtuales. Cada etapa exige adaptarse sin perder el vínculo humano con el alumnado”. Ese vínculo es también lo que alimenta su compromiso.
Además del conocimiento técnico, se ha propuesto transmitir valores como la responsabilidad, la disciplina, la ética profesional y la accesibilidad universal. Enseñar arquitectura, para ella, es enseñar también a mirar con empatía y diseñar para todas las personas. “Quizá al inicio no lo comprenden, pero cuando logran ver el impacto de pensar en la diversidad de cuerpos, de edades y de capacidades, descubren el verdadero sentido de su profesión”.
Recientemente, fue reconocida con el Xahni 2025 un galardón por su trayectoria docente. El anuncio la sorprendió en un momento difícil a nivel personal. “No lo podía creer. Yo enseño por amor a la docencia, y saber que ese trabajo fue visto y valorado me llenó de humildad, de orgullo y de una nueva responsabilidad”. Asume ese reconocimiento como una confirmación, pero también como un llamado a seguir creciendo y renovándose.
A las nuevas generaciones de estudiantes, les deja un mensaje claro: que no pierdan la curiosidad, que se dejen enamorar por la arquitectura y que enfrenten los desafíos con pasión. A sus colegas docentes, les comparte su convicción de que enseñar es un acto de entrega constante, un compromiso profundo con la transformación de las personas.
“Ser parte de la formación de alguien es un privilegio enorme. La docencia ha sido una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida”, concluye.
- Detalles
- Visitas: 19
¿Cómo se construye la masculinidad? ¿Qué sucede cuando los hombres ejercen violencia y cómo podemos intervenir de forma ética, informada y transformadora? Estas son algunas de las preguntas que se abordan en el Diplomado "Trabajo con hombres desde un enfoque de género" que ofrece la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), una propuesta académica única en Iberoamérica. Conversamos con el maestro Roberto Garda Salas, responsable de la estrategia de trabajo con hombres con enfoque de género en la UAQ, quien es experto con más de 30 años de experiencia en el tema.
Este diplomado no es un curso sobre habilidades blandas, ni una charla motivacional para que los hombres “sean mejores”. Es una propuesta metodológica y crítica que parte de una certeza contundente: ningún hombre está fuera del sistema de poder patriarcal que sostiene la violencia masculina. Y es justamente desde ahí que este diplomando busca trabajar.
El Mtro. Roberto Garda Salas, responsable académico del diplomado, lleva más de treinta años preguntándose lo mismo. ¿Qué se dice y qué se calla cuando hablamos de los hombres? ¿Qué mecanismos permiten que un hombre aparentemente normal —ese que dice amar a su familia, que sonríe en las fotos, que tiene una carrera profesional— pueda controlar, humillar, golpear, violar, incluso matar? ¿Y por qué seguimos creyendo que se trata de “casos aislados”? El Mtro. Garda es economista, sociólogo, filósofo crítico en formación, y ha trabajado en centros de reeducación para agresores en América Latina, pero también en barrios, escuelas y espacios comunitarios, cara a cara con los hombres.
A partir de esa experiencia, el diplomado propone una ruta formativa. No se trata de construir “nuevas masculinidades”, sino de generar herramientas reales para enfrentar mediante el diálogo, la reflexión y técnicas psicoeducativas lo más difícil: aquél poder abusivo que los hombres han aprendido a ejercer, y que se ejercita a la par del poder equitativo e igualitario que también ejercitan los hombres. En este sentido, el Mtro. Garda comparte que: este diplomado no se alinea con los discursos institucionales de “masculinidades positivas” que buscan “construir hombres buenos” sino revisar cuándo los hombres pasan de la convivencia a la jerarquización masculina, sin cuestionar de dónde viene y a quién sirve esa “mirada aumentada de sí”. Sobre todo cuando se maltrata a mujeres y personas de las diversidad sexual.
A lo largo de siete meses —del 16 de agosto de 2025 al 13 de marzo de 2026—, el diplomado abordará temas duros, incluso incómodos. No sólo hablará de género, sino de cómo se construye el poder, de cómo los hombres han sido socializados para no ver el daño que causan, de cómo opera la negación, de por qué incluso aquellos que “se dicen deconstruidos” siguen ejerciendo formas de violencia emocional, económica o simbólica. Habrá herramientas para intervenir en comunidades, en grupos de adolescentes, en procesos terapéuticos, en instituciones públicas. Pero sobre todo, habrá una apuesta ética por asumir que este trabajo, aunque incómodo, es necesario.
El enfoque es crítico, interseccional, feminista y decolonial. Y eso también es una toma de posición. Aquí no se niega el saber producido por los movimientos de mujeres, sino que se asume como punto de partida. El diplomado no está diseñado exclusivamente para varones: también hay mujeres participando, porque el trabajo con hombres no es tarea exclusiva de ellos. Psicólogas, educadoras, abogadas, trabajadoras sociales, promotoras comunitarias e investigadoras. Todas tienen un lugar en este espacio. Todas pueden aprender a identificar, confrontar y desarticular la violencia masculina desde sus propios ámbitos.
Hay una claridad que atraviesa todo: no se puede trabajar con hombres si no se nombra el problema. Y el problema no es el enojo, ni la testosterona, ni la falta de habilidades emocionales. El problema es que el sistema les ha dicho que tienen derecho a controlar, a castigar y a decidir sobre otros hombres y las mujeres. Lo aprendieron en casa, lo vieron en la televisión, lo practicaron con sus amigos, lo validó el maestro, el jefe, el cura, el juez. Y mientras no se hable de eso, seguiremos llenando cárceles sin transformar las raíces del problema.
El diplomado no promete fórmulas mágicas. Tampoco se anuncia con espectaculares. Pero quienes han pasado por él coinciden en que transforma. Porque no sólo les da herramientas, sino preguntas nuevas. Porque les incomoda, pero también les hace ver que hay otra forma de estar en el mundo. Que se puede vivir sin dañar, pero no sin trabajarse previamente y sin hacer reflexiones profundas sobre los propios aprendizajes de género. Que el poder no se suelta de la nada, y que ningún cambio será real si no hay voluntad de incomodarse.
El diplomado inicia el 15 de agosto del 2025, pero la convocatoria sigue abierta hasta el 30 de agosto. Está dirigida a profesionales de las ciencias sociales, la salud, la educación, el derecho, pero también a funcionarios, activistas, estudiantes, personas que trabajan en refugios, instituciones públicas o espacios comunitarios. Y también a quien quiera entender cómo trabajar con hombres, sabiendo que eso no significa justificarlos, sino responsabilizarlos. Quien esté interesado en obtener más información, puede escribir directamente a:
-
Coordinación de Intervención especializada de la DGIIPAZ de la UAQ
-
Biol. Flor Rodríguez:
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. -
Estrategia de trabajo con hombres con Enfoque de Género de la UAQ
-
Mtro. Roberto Garda Salas:
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
- Detalles
- Visitas: 18
El Campus Amealco se ha convertido en un espacio fértil para la investigación aplicada, la innovación tecnológica y la transformación social. Ahí, desde el programa de Ingeniería Agroindustrial de la Facultad de Ingeniería, se gesta un proyecto colectivo que busca incidir en el desarrollo de la región y del país a través del conocimiento: el cuerpo académico Producción, transformación y aprovechamiento de metabolitos secundarios en la agroindustria.
Este grupo de investigación, recientemente constituido, está conformado por la Dra. Marcela Vargas Hernández, el Dr. Israel Macías Bobadilla y el Dr. Juan Manuel Vera Morales, quien funge como líder del cuerpo. Aunque su formalización es reciente, sus integrantes llevan años colaborando en el desarrollo de proyectos científicos y de formación académica, centrados en el análisis y aprovechamiento de los llamados metabolitos secundarios: compuestos que, aunque se encuentran en pequeñas cantidades en los alimentos, tienen un valor nutricional, funcional e incluso cosmético fundamental.
“Los metabolitos son nutrientes que normalmente vienen en pequeñas dosis en los alimentos y que dan una cualidad más allá de simplemente dar energía o aliviar el hambre. Algunos ejemplos de ellos son los antioxidantes y los aceites omega 3 y 6. Estos compuestos no solo benefician al cuerpo humano, sino que también pueden aprovecharse en otras industrias: en el control biológico de plagas, en el mejoramiento de cultivos, e incluso en el desarrollo de productos cosméticos”, explica el Dr. Vera. Desde su perspectiva, estos metabolitos representan una oportunidad de desarrollo integral que conecta la producción agrícola con la transformación industrial y la generación de valor agregado, todo desde un enfoque sostenible.
La importancia de contar con un cuerpo académico como este dentro de la Universidad es doble. Por un lado, permite formalizar líneas de investigación que ya venían gestándose y darles continuidad desde una visión de equipo, lo que fortalece el impacto de los proyectos y facilita la vinculación con otras instituciones. Por otro, abre la puerta para que más estudiantes, investigadores e investigadoras se sumen a una agenda común, con objetivos definidos y la posibilidad de incidir en problemáticas reales.
“El trabajo académico en equipo muchas veces se da de manera natural, pero cuando se consolida en un cuerpo académico, adquiere un rumbo, una estructura. Así también se genera mayor confianza en quienes quieran colaborar o acercarse: saben que hay una línea sólida de investigación y desarrollo”, señala el Dr. Vera.
El cuerpo académico también tiene un compromiso claro con la comunidad de Amealco y su entorno. Uno de sus objetivos es impulsar el programa de Ingeniería Agroindustrial como una alternativa formativa de alto nivel, que permita a las juventudes de la región prepararse profesionalmente sin tener que migrar a otros municipios o estados. Y no solo eso: busca articular la investigación con las necesidades locales, proponiendo soluciones que tengan una utilidad concreta y que fomenten la autosuficiencia, la sostenibilidad y la innovación agroindustrial.
Quienes deseen conocer más sobre su trabajo, pueden encontrar información y publicaciones a través de la página de Facebook Facultad de Ingeniería, Campus Amealco, donde comparten avances de tesis, artículos científicos, proyectos de investigación y actividades formativas. Además, el Dr. Vera ofrece contacto directo mediante su correo institucional:
El equipo también extiende una invitación abierta a visitar el campus, donde se desarrollan proyectos de producción agrícola con alta tecnología, como el cultivo de fresa en invernadero, la producción de jitomate y diversas iniciativas de transformación alimentaria. “Queremos que la gente se acerque, que conozca lo que estamos haciendo y sepa que las puertas están abiertas. Nuestro trabajo está pensado para servir a la sociedad, para formar estudiantes comprometidos y para generar conocimiento con impacto”, concluye el Dr. Vera.