¿Cómo se construye la masculinidad? ¿Qué sucede cuando los hombres ejercen violencia y cómo podemos intervenir de forma ética, informada y transformadora? Estas son algunas de las preguntas que se abordan en el Diplomado "Trabajo con hombres desde un enfoque de género" que ofrece la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), una propuesta académica única en Iberoamérica. Conversamos con el maestro Roberto Garda Salas, responsable de la estrategia de trabajo con hombres con enfoque de género en la UAQ, quien es experto con más de 30 años de experiencia en el tema.

Este diplomado no es un curso sobre habilidades blandas, ni una charla motivacional para que los hombres “sean mejores”. Es una propuesta metodológica y crítica que parte de una certeza contundente: ningún hombre está fuera del sistema de poder patriarcal que sostiene la violencia masculina. Y es justamente desde ahí que este diplomando busca trabajar. 

El Mtro. Roberto Garda Salas, responsable académico del diplomado, lleva más de treinta años preguntándose lo mismo. ¿Qué se dice y qué se calla cuando hablamos de los hombres? ¿Qué mecanismos permiten que un hombre aparentemente normal —ese que dice amar a su familia, que sonríe en las fotos, que tiene una carrera profesional— pueda controlar, humillar, golpear, violar, incluso matar? ¿Y por qué seguimos creyendo que se trata de “casos aislados”? El Mtro. Garda es economista, sociólogo, filósofo crítico en formación, y ha trabajado en centros de reeducación para agresores en América Latina, pero también en barrios, escuelas y espacios comunitarios, cara a cara con los hombres.

A partir de esa experiencia, el diplomado propone una ruta formativa. No se trata de construir “nuevas masculinidades”, sino de generar herramientas reales para enfrentar mediante el diálogo, la reflexión y técnicas psicoeducativas lo más difícil: aquél poder abusivo que los hombres han aprendido a ejercer, y que se ejercita a la par del poder equitativo e igualitario que también ejercitan los hombres. En este sentido, el Mtro. Garda comparte que: este diplomado no se alinea con los discursos institucionales de “masculinidades positivas” que buscan “construir hombres buenos” sino revisar cuándo los hombres pasan de la convivencia a la jerarquización masculina, sin cuestionar de dónde viene y a quién sirve esa “mirada aumentada de sí”. Sobre todo cuando se maltrata a mujeres y personas de las diversidad sexual. 

A lo largo de siete meses —del 16 de agosto de 2025 al 13 de marzo de 2026—, el diplomado abordará temas duros, incluso incómodos. No sólo hablará de género, sino de cómo se construye el poder, de cómo los hombres han sido socializados para no ver el daño que causan, de cómo opera la negación, de por qué incluso aquellos que “se dicen deconstruidos” siguen ejerciendo formas de violencia emocional, económica o simbólica. Habrá herramientas para intervenir en comunidades, en grupos de adolescentes, en procesos terapéuticos, en instituciones públicas. Pero sobre todo, habrá una apuesta ética por asumir que este trabajo, aunque incómodo, es necesario.

El enfoque es crítico, interseccional, feminista y decolonial. Y eso también es una toma de posición. Aquí no se niega el saber producido por los movimientos de mujeres, sino que se asume como punto de partida. El diplomado no está diseñado exclusivamente para varones: también hay mujeres participando, porque el trabajo con hombres no es tarea exclusiva de ellos. Psicólogas, educadoras, abogadas, trabajadoras sociales, promotoras comunitarias e investigadoras. Todas tienen un lugar en este espacio. Todas pueden aprender a identificar, confrontar y desarticular la violencia masculina desde sus propios ámbitos. 

Hay una claridad que atraviesa todo: no se puede trabajar con hombres si no se nombra el problema. Y el problema no es el enojo, ni la testosterona, ni la falta de habilidades emocionales. El problema es que el sistema les ha dicho que tienen derecho a controlar, a castigar y a decidir sobre otros hombres y las mujeres. Lo aprendieron en casa, lo vieron en la televisión, lo practicaron con sus amigos, lo validó el maestro, el jefe, el cura, el juez. Y mientras no se hable de eso, seguiremos llenando cárceles sin transformar las raíces del problema. 

El diplomado no promete fórmulas mágicas. Tampoco se anuncia con espectaculares. Pero quienes han pasado por él coinciden en que transforma. Porque no sólo les da herramientas, sino preguntas nuevas. Porque les incomoda, pero también les hace ver que hay otra forma de estar en el mundo. Que se puede vivir sin dañar, pero no sin trabajarse previamente y sin hacer reflexiones profundas sobre los propios aprendizajes de género. Que el poder no se suelta de la nada, y que ningún cambio será real si no hay voluntad de incomodarse. 

El diplomado inicia el 15 de agosto del 2025, pero la convocatoria sigue abierta hasta el 30 de agosto. Está dirigida a profesionales de las ciencias sociales, la salud, la educación, el derecho, pero también a funcionarios, activistas, estudiantes, personas que trabajan en refugios, instituciones públicas o espacios comunitarios. Y también a quien quiera entender cómo trabajar con hombres, sabiendo que eso no significa justificarlos, sino responsabilizarlos. Quien esté interesado en obtener más información, puede escribir directamente a: