Para el Dr. Miguel Francisco Javier Lloret Rivas, ser docente no ha sido una coincidencia, sino una vocación arraigada en su historia personal y familiar. Médico cirujano partero por el Instituto Politécnico Nacional, especialista en cirugía plástica, estética y reconstructiva por el Centro Médico Nacional “20 de Noviembre”, y con posgrados en Ciencias de la Salud y Ciencias Médicas por la Universidad Autónoma de Querétaro, el Dr. Lloret ha recorrido un largo camino académico que se entrelaza, desde siempre, con la enseñanza.
“En mi familia todos son docentes. No por acuerdo, sino por circunstancias de vida”, comparte. Sus hermanas, ambas jubiladas, dedicaron su carrera a la pedagogía y las matemáticas; su hermano, especialista, lleva más de 45 años en la docencia. Ese entorno influyó, sin duda, en su decisión de enseñar, pero fue también una convicción personal la que lo llevó a ver en la academia un espacio de crecimiento mutuo. “El medio académico te transforma. Es un ganar-ganar: tú das, pero también aprendes, te nutres, te mantienes vivo”, asegura.
A lo largo de su trayectoria, el Dr. Lloret ha combinado la práctica clínica con la docencia, encontrando un equilibrio necesario para formar profesionales integrales. Uno de los aspectos que más disfruta es la convivencia con las y los estudiantes: “Me emociona detectar sus afinidades, sus potencialidades, y también sus diferencias. Me interesa saber qué los mueve, por qué decidieron estudiar medicina y qué esperan aportar”.
De hecho, ha comenzado a abrir sus cursos con cinco preguntas esenciales que no están en el programa, pero que considera clave: ¿qué te motivó a estudiar medicina?, ¿qué te ha dado esta carrera?, ¿qué le has dado tú a la Facultad?, ¿has buscado ya campos clínicos? y ¿quieres especializarte? Estas preguntas, explica, ayudan a que el alumnado conecte con su propósito y no pierda de vista el sentido humano de su formación.
Entre las asignaturas que ha impartido destaca Medicina Preventiva, así como Epistemología en posgrado, lo que le ha permitido tener una mirada amplia sobre la educación médica. “Hoy insisto en algo que pocos dicen: uno no transmite conocimientos. Uno comparte información. El conocimiento lo construye cada persona a partir de su experiencia, sus valores y su contexto. Eso hay que tenerlo muy claro como docentes”.
Considera que el principal reto que tiene la docencia es mantener la atención del estudiantado, lograr que su tiempo en el aula valga la pena, incorporar tecnologías sin perder la cercanía humana, y sobre todo, comprender que ser experto en un campo no es lo mismo que ser experto en pedagogía. “En el aula se generan momentos altos y bajos, emociones, distracciones. Hay que aprender a leer esos momentos y acompañarlos con inteligencia y sensibilidad”, afirma.
Al recibir el Premio Xahni 2025 por su labor docente en la Facultad de Medicina de la UAQ, el Dr. Lloret sintió una profunda gratitud, pero también una gran responsabilidad: “Pregunté cuáles eran los criterios de evaluación, y me conmovió saber que venía del consenso entre institución, facultad y alumnado. No es una cuestión de popularidad ni de notas, sino del vínculo que uno logra establecer”.
Finalmente, el Dr. Lloret deja un mensaje claro a sus colegas y a las nuevas generaciones de médicos: “Debemos enfocarnos en lo esencial. La medicina no tiene horarios; tratamos con la vida y la muerte. Y por eso es tan importante la prevención, el cuidado de la salud, el compromiso ético con nuestros pacientes. La Escuela de Medicina de la UAQ es una de las mejores del país, y es nuestra responsabilidad mantener ese estándar, no solo con ciencia, sino con conciencia y humanidad”.