Este 2025, la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) otorgó el Premio Xahni a 14 docentes, entre ellos una figura profundamente querida por la comunidad estudiantil de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales: la Dra. Betsabee Fortanell Trejo. Este galardón, que reconoce a quienes han hecho de la docencia un acto transformador, no podría haber recaído en alguien más alineada con ese espíritu. Betsa, como le llaman sus estudiantes con cariño y confianza, no solo imparte clases; crea vínculos, siembra pensamiento crítico y transforma las aulas en espacios de escucha, conciencia y libertad.
Egresada de la Licenciatura en Comunicación y Periodismo por la UAQ, la Dra. Betsabee Fortanell continuó su formación con una Maestría en Comunicación en la Universidad de Guadalajara y un Doctorado en Estudios Socioculturales por la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Su recorrido académico se ha nutrido tanto del ejercicio periodístico como del trabajo de investigación y, sobre todo, de su entrega a la docencia. Ella misma reconoce que llegó a esta labor "por accidente", pero que fue en el diálogo cotidiano con sus estudiantes donde realmente descubrió su vocación.
“Durante mucho tiempo me pregunté qué podía enseñar”, confiesa. “Hasta que, hace unos años, escuchando a mis estudiantes, me di cuenta de que lo que compartimos en clase no es solo teoría, es también un espacio seguro, un lugar donde las emociones y las experiencias son válidas”. Para ella, enseñar no es una posición de poder, sino un ejercicio de horizontalidad, de humildad y de constante retroalimentación.
Una de las experiencias que marcó su práctica docente fue el paro estudiantil, durante el cual participó en actividades de diálogo con distintos grupos. Escuchar de primera mano las preocupaciones, exigencias y vivencias de las, los y les estudiantes la llevó a repensar su papel dentro de la universidad. Desde entonces, ha cultivado una postura más crítica y empática: “Soy una persona que protesta, que se incomoda y que también quiere incomodar, porque la universidad debe ser un espacio de cuestionamiento”.
Y, sin embargo, su incomodidad no excluye la ternura. Al contrario, uno de los ejes que atraviesa su forma de enseñar es el cuidado. Betsa entiende el aula como un espacio donde el conocimiento es importante, pero también lo son el acompañamiento, las emociones y la comunidad. “Mis estudiantes no lo saben, pero me hacen muy feliz”, comparte con una sonrisa. “Escucharles, saber cómo están, cuestionar la realidad con ellos, ver cómo se transforman… eso me llena el alma”.
El reconocimiento con el Premio Xahni la tomó por sorpresa. Recuerda entre risas cómo dos de sus estudiantes, Omar y Neto, llegaron a su salón pidiéndole imágenes para el evento, sin decirle que ella era la galardonada. Fue una amiga quien finalmente le confirmó la noticia. “Estaba a punto de empezar clase, me dijeron y se me salieron las lágrimas. Fue muy emotivo, porque este premio viene de mis estudiantes, de quienes me han dicho que mis clases les gustan, que se sienten bien… pero yo nunca pensé que llegaría a recibir este reconocimiento. Lo recibí con muchísima gratitud y mucha humildad.”
Su inspiración diaria proviene, por supuesto, de sus estudiantes, pero también de su constante inquietud por aprender. En los últimos años, se ha volcado en lecturas decoloniales y antirracistas que le han permitido pensar la academia desde otros lugares, más incluyentes, cuestionadores y menos verticales. La docencia, dice, es un campo que también necesita ser desmontado, discutido, y vuelto a armar desde otras narrativas.
Para Betsa, enseñar va más allá de los contenidos académicos. Su deseo es sembrar en sus estudiantes una conciencia crítica, una apertura al cambio y una sensibilidad hacia la diversidad. “Para mí es importante que reconozcan que existen muchas formas de habitar el mundo. Que las violencias patriarcales nos atraviesan a todas las personas, y que nuestra tarea es también crear comunidad, espacios seguros y resistencias colectivas”.
Frente a los retos contemporáneos, como la adaptación a nuevas tecnologías o formas de aprendizaje, no se muestra renuente. Por el contrario, reconoce que cada generación trae nuevos lenguajes y nuevas urgencias. Ella busca estar atenta, aprender junto a sus alumnos, dejarse transformar.
Si tuviera que dejar un mensaje a quienes se inician en la docencia, lo tiene claro: “Que se tomen muy en serio este oficio. Que lo vivan con respeto, con ética, con alegría. Porque nuestro actuar en el aula transforma, toca vidas, y eso es una enorme responsabilidad”.
Y si pudiera decirles algo más a sus estudiantes, lo resume entre lágrimas con sencillez:“Gracias por transformarme. Gracias por hacerme mejor persona.”