En el marco del prestigioso Barcelona Dance International Competition, la Compañía de Ballet Clásico “Fernando Jhones” de la Universidad Autónoma de Querétaro brilló con luz propia, obteniendo los premios a Mejor Coreografía Étnica y Mejor Coreografía Neoclásica. Entre las integrantes del equipo se encuentra Blanca Estela Rocha Hernández.
Blanca no comenzó su formación de manera convencional. Aunque desde niña sintió un profundo amor por el ballet, despertado tras ver El Cascanueces, su camino fue interrumpido por una condición pre-epiléptica que le impidió consolidar su memoria corporal. A pesar de haber tenido varios intentos, no fue hasta los 34 años que decidió retomar formalmente la danza e ingresar a la carrera universitaria en la UAQ, donde encontró una segunda oportunidad y un espacio que valora el esfuerzo por encima de la edad o las limitaciones.
La preparación para la competencia en Barcelona no fue sencilla. Blanca destaca la disciplina como eje fundamental en su entrenamiento: respetar horarios, cuidar la alimentación, mantenerse físicamente activa y, sobre todo, comprometerse con cada ensayo. “Te diviertes un montón ensayando, descubres cosas que no conocías de ti misma”, afirma.
Aunque el proceso estuvo lleno de emociones, también hubo desafíos: desde la inseguridad sobre su memoria hasta los nervios previos al escenario. Sin embargo, al pisar el escenario en Barcelona, sintió que todo estaba en su lugar. “Cuando estás en el escenario eres otra persona… algo te dice que van a salir bien las cosas”, relata.
Representar a la Universidad Autónoma de Querétaro y a México en una competencia de talla mundial fue una experiencia profundamente significativa para ella. “En otros países la cultura es lo máximo. Ganar un premio siendo mexicana, fuera de México, es algo que quería desde chiquita”, comparte con emoción.
Blanca regresó de Barcelona con un objetivo más claro: seguir entrenando, profesionalizarse como bailarina, y buscar maneras de promover la danza clásica en un país donde, si bien la danza folclórica es muy valorada, el ballet aún necesita más visibilidad. Reconoce que incluso en Europa, cuna del ballet clásico, este ha comenzado a diluirse, lo que refuerza su deseo de rescatar su esencia y fortalecer su presencia en México.
Motivada por la experiencia, sueña con formar un grupo, promover la danza desde plataformas digitales y continuar abriendo espacios para otros, sin importar su edad o circunstancias. “A todas las personas, que por más difícil que sea o por la edad que tengan, pueden hacer lo que más les gusta. Eso siempre te va a abrir muchas cosas”, concluye.