Con el propósito de acercar la ciencia a niñas y niños de zonas rurales del estado, estudiantes de diversas carreras de la Universidad Autónoma de Querétaro realizaron el proyecto “Expedición Científica 4x4” en la localidad de Nuevo San Joaquín, municipio de San Joaquín. Esta intervención comunitaria fue dirigida por el Mtro. Iván González García, el Dr. Víctor Antonio Aguilar Arteaga y el Dr. Francisco Gerardo Jiménez López de la Facultad de Ingeniería y reunió a cinco jóvenes comprometidos con la divulgación del conocimiento: Christian Martínez Patlán (Matemáticas Aplicadas); Jesús Daniel Ávila Sánchez (Arquitectura); Jesús Javier Ríos Higuera, José Francisco Mendoza Zúñiga y Luis Eduardo Mendoza Espinosa (Ingeniería Mecánica Automotriz).
El proyecto tuvo como objetivo introducir conceptos básicos de matemáticas, física, biología y química a niñas y niños de entre seis y doce años, mediante actividades lúdicas y participativas que despertaran su interés por las ciencias y les mostraran un horizonte educativo más amplio.
Los estudiantes trabajaron con aproximadamente 45 niñas y niños, principalmente de nivel primaria, aunque también participaron menores de preescolar y algunos de secundaria. De acuerdo con Jesús Javier Ríos, el propósito central era “tener interacción y cercanía con los niños de comunidades alejadas, acercarles la divulgación científica de una forma accesible y despertarles el deseo por continuar los estudios universitarios”.

Entre las actividades que facilitaron se encuentran la creación de fluidos no newtonianos, juegos con imanes y la elaboración de lámparas de lava, experimentos que ayudan a que los niños comprendan fenómenos físicos y químicos presentes en su entorno.
Para Jesús Daniel Ávila, la decisión de participar en este proyecto respondió a su interés por el trabajo comunitario. “A mí siempre me ha gustado estar involucrado en proyectos sociales, y saber que podía aportar algo fuera de la Universidad fue lo que más me motivó”, compartió.
Por su parte, Luis Eduardo Mendoza destacó que el equipo estaba integrado por cinco estudiantes comprometidos, quienes asumieron el reto de convivir y colaborar en un entorno desconocido para todos.
Uno de los aspectos más significativos para los brigadistas fue la vida cotidiana en la localidad. Jesús Daniel comentó que una de las primeras realidades que observaron fue la mínima dependencia tecnológica entre los niños: “Ellos siempre estaban activos, necesitaban actividades con intención y propósito, no solo entretenimiento”.
A su vez, Jesús Javier Ríos señaló que la desconexión digital le permitió valorar la convivencia comunitaria. “Allá se disfruta más el día: el clima, las actividades, la interacción con la gente. Es una vida más rústica, más consciente de lo que te rodea”, expresó. También compartió que la biblioteca pública local se convirtió en un espacio de encuentro y lectura que enriqueció su experiencia.
La brigada vivió múltiples experiencias significativas, pero para Jesús Daniel hubo una que quedó grabada profundamente. “La despedida fue el momento más emotivo. Los niños nos gritaban porras desde las ventanas, nos abrazaban y nos pedían que no nos fuéramos. Ese cariño verdadero es algo que no había vivido antes y que me marcó muchísimo”, relató.
En cuanto a los desafíos, Jesús Javier mencionó que uno de los principales fue la convivencia entre las personas de la brigada, así como adaptarse a la comunidad rural: “Venimos de una realidad donde tenemos servicios y movilidad; allá no siempre es así. Aprendes a valorar lo que tienes y a empatizar con los demás”.
Pese a estas dificultades, los estudiantes desarrollaron un sentido de solidaridad, organización y responsabilidad. También identificaron la importancia de reconocer las habilidades del equipo y apoyarse mutuamente.
Los estudiantes subrayaron que esta experiencia fortaleció su visión profesional y humana. “La comunidad nos daba incluso lo que no tenía: comida, agua, ayuda constante. Eso me enseñó a ver más allá de mí mismo y a valorar el tejido comunitario”, afirmó Jesús Daniel.
Por su parte, Jesús Javier reflexionó: “No soy la misma persona que se fue. Esta experiencia te cambia, te motiva y te ayuda a entender qué quieres para tu futuro, incluso si deseas estudiar una maestría o emprender”.
Finalmente, los jóvenes coincidieron en recomendar este tipo de proyectos a otros estudiantes de la UAQ. Para Luis Eduardo Mendoza, la convivencia con los niños fue una de las partes más enriquecedoras. Jesús Daniel añadió que “antes de terminar la carrera, todos deberíamos vivir un acercamiento real con otras comunidades; salir de la zona de confort y aprender de la gente es invaluable”.